lunes, 15 de julio de 2013

Cuento de Matías

El cuadro de la vida

Luego de un largo día de escuela, John volvió a su casa en busca de descanso. Él pensaba que iba a poder estar tranquilo, pero no fue así. Su madre y su padre discutían constantemente, sus dos primos habían ido a vivir a su casa, ya que su tío, Leonard (que ya había enviudado recientemente), había fallecido. Para peor, los pequeños le temían al altillo, que era en donde iban a hospedarse, por lo tanto John les cedió su habitación al entender la situación de sus parientes.
Ese cuarto, estaba en lo más alto de la casa, era muy grande y espeluznante. Recibía un pequeño haz de luz por la tarde, pero por la mañana brillaba como el mismísimo sol. Él, había subido solo 2 veces en toda su vida, la primera fue un día de tormenta, en el que se inundaron las primeras 2 plantas y toda la familia debió resguardarse allí. La segunda fue un tanto más rara: en una noche de invierno, había escuchado ruidos extraños provenientes de ese lugar. Entonces, tomó una linterna con su mano izquierda y, con la derecha, un bat de baseball. Acto seguido, se colocó una manta en la espalda y subió esas cortas escaleras en forma de caracol. A medida que se acercaba, el sonido iba aumentando, pero al abrir la puerta encontró un silencio profundo. Logró enfocar con la linterna una lámpara, la  encendió, y no vio nada fuera de lo normal.
Esa tarde, John subió al ático. Los muebles y decoraciones estaban tapados por telas negras. Vio un sofá cama que armó y se echó a dormir.
A la mañana siguiente, la madre subió hasta la nueva habitación de su único hijo y lo despertó de una manera muy dulce; le dio un beso en la frente mientras jugueteaba con su pelo, y en una bandeja, le trajo su desayuno favorito: un café amargo con donas. Luego de esto, Lily le dijo a su primogénito:
─Se que últimamente ha sido un tiempo difícil para la familia, pero quiero que sepas que pase lo que pase te voy a seguir amando, lo mismo con tu padre. Ted se puede poner molesto a veces, y puede que te grite a ti y a mí, pero perder a su hermano fue algo muy feo, y de esa manera…
La madre hace una pausa y mira en especial a una de las decoraciones tapadas. Luego prosigue sin mover la mirada:
─Pero tienes que saber que él te quiere como a nada en este mundo.
─Lo sé-─dijo John –también los quiero, por cierto, ¿qué miras?
─Nada  ─contesto ella─-. Vé a cambiarte que llegarás  tarde al colegio. Mañana, que es sábado, podrás ordenar el altillo a tu gusto, es más, si necesitas ayuda, te daré una mano.
Y así fue, al día siguiente por la mañana, él empezó a destapar los muebles, los cuales tenían mucho polvo y lo hizo toser mucho. Por eso debió descansar. A la tarde, llevó todas sus pertenencias, y las  acomodó en estantes inmensos, y toda su ropa, la ordenó en un armario antiguo y con figuras en relieve muy detalladas. Luego de eso siguió destapando las decoraciones. Ya llegada la noche, había hecho casi todo. Solo le faltaba liberar un cuadro, justamente el que su madre observó. Cuando corrió la tela y lo vi se sorprendió. Nunca había visto un cuadro así, se trataba de un jardín, en el que había tres chicos, pero no cualquiera, era el suyo, el de la parte posterior de la casa. Lo que le llamó la atención, fue la realidad que tenían los sujetos, y luego de mirarlo le pareció que los chicos se movían, no estaba equivocado. Al ver esto, tapó inmediatamente el cuadro y fue corriendo a llamar a su mamá. Esta subió lo ve, y le dijo:
-La primera vez que lo vi, a mi también me dio la impresión que se movía, pero estaba equivocada. No le hagas caso, si quieres taparlo hazlo, es tu habitación.-Hizo una pausa y da por terminado el tema diciendo- estate listo que en seguida vamos a cenar.
John se calló y asintió con la cabeza.
El domingo por la tarde, él se quedó viendo el cuadro durante muchas horas. Se podría decir que se obsesionó. Y luego de mucho tiempo, volvió a ver que se movían, es más, escucho que hablaban. Y ese sonido que producían, era igual al ruido que había escuchado cuando tuvo su segunda experiencia en el altillo, y decía:
-Ven con nosotros.
A esto John posó su mano por el cuadro y se vio absorbido por este mundo paralelo. No era el jardín de su casa, como él había pensado. Era un parque lleno de vida, cual tarde de primavera. Pero a su vez, tan frío como la muerte. Allí, vio a los tres jóvenes, se diría que dos eran mellizos, ambos tenían los ojos color rojo fuego, nariz grande en forma de águila y una boca pequeña, tan pequeña que no se imagino cómo era posible que una persona pudiera alimentarse con ella. Sin embargo, el poder de la palabra de estos “hermanos” era enorme. Cada letra retumbaba en su cabeza. El pelo de estos era más bien corto y de color blanco.  El otro joven tenía una nariz muy pequeña, su cabellera era de color castaño claro, la boca era muy similar a la de los demás, pero algo había en sus ojos; eran de color miel y profundos, en cuanto los vio se perdió en la mirada.
Estaba atónito y no sabía qué hacer hasta que se acercó el de la mirada profunda, a esto, John le preguntaó:
- ¿Dónde estoy?, ¿quiénes son ustedes?
Nosotros somos tres criaturas, ellos son Thum y Tham, y yo, Hol. Muchos dirán que somos humanos, otros objetarán. Pero, en verdad, somos creaciones de una serie de hombres que vivieron hace muchas décadas, incluso siglos. Y estos nos dieron vida, su vida, para… - los mellizos lo interrumpen, lo llaman y le susurran algo al oído mientras miraban a John. Luego se acerca sigiloso nuevamente y le dice que ya era hora que volviera a su mundo.
-Pero ¿cómo podré hacerlo? No sé ni en dónde estoy.
Thum le dice:
-Puedes salir de aquí cuando quieras, como así también entrar solo tienes que repetir 3 veces “me quiero ir” y así volverás a tu mundo. Poca gente llega a nuestros pagos, pero los que lo hacen tienen algo en común.
Al decir están palabras los 3 hombres se alejan, acto seguido el joven repite aquella frase las veces necesarias y vuelve a su casa.
Una vez allí, John se da cuenta que el tiempo no había pasado en absoluto, y automáticamente,  le contó lo sucedido a sus padres. Pero estos no le hicieron caso en un primer momento. Desilusionado, volvió a su recámara, y cuando estaba a punto de reingresar al cuadro, su padre toca la puerta y pide permiso para pasar, su hijo accede y este entra.
-“Disculpa que no dije esto en frente de tu madre, pero yo sí te creo. Vos te preguntarás por qué, y la respuesta es muy sencilla. Hace ya un tiempo, una persona me habló sobre el mismo cuadro y tuvo una experiencia similar, mi hermano. Él me comentó lo sucedido, me dijo que había visto parte del futuro, que los seres de ese mundo se lo podían decir sin esforzarse, pero todo acto tiene su consecuencia, tal es así que le contaron cómo iba a ser su muerte para compensar el conocimiento otorgado. Yo no le hice caso, me parecieron puras mentiras, ya que siempre quiso llamar la atención. Bueno, pasó el tiempo y no se volvió a hablar del tema, hasta que hace unos cinco años me pidió por favor que resguarde el cuadro en el altillo, según él todas las cosas que le habían dicho esos seres se fueron cumpliendo a lo largo de los años, pero de ser así también se cumpliría su muerte atroz. Después de esto, había tratado de destruirlo, pero no lo logró, y al ver que era inevitable me lo entregó para que cuidara y que nadie entre. Distraído por el horrible accidente de Leonard me olvidé de esconder el cuadro, sabiendo que era posible que tú lo ocuparas y ahora quiero que tengas cuidado. Solo la última persona en entrar es la que puede deshacerse del cuadro, pero hay dos formas: regalándolo, informando a quien se lo dé, los misterios que trae, o bien la muerte.” Aquí el padre finaliza el relato y se dirige a la salida.
Cuando abre la puerta para abandonar la habitación le dice unas últimas palabras “ahora ya sabes todo lo que yo sé, solo tú puedes solucionar este problema.”
Después de las palabras del padre, sin comer y sin dormir, el joven temerario se dirigió automáticamente a la pintura. Posó su mano sobre la tela e ingresó al otro mundo. Una vez allí, corrió en la dirección por donde se habían ido los seres con los que se había encontrado en su primer viaje. Luego de un largo tiempo, los encuentra y les grita para que lo oigan. Estos se dan cuenta de la presencia del muchacho y este se les acerca y dice:
-Mi tío, Leonard, vino por estos lugares hace mucho tiempo. Me dijeron que ustedes le habían contado el futuro, pero esto lo carcomió por dentro al enterarse que era verdad, no soportó su horrible muerte, la que ustedes le mencionaron que iba a tener. No es grato enterarse que te va a comer un lobo estando vivo. Y así fue, así murió. Pero yo me pregunté después de esto, y en el camino a encontrarlos lo pensé. ¿Por qué le dijeron a mi tío cómo iba a morir? ¿Acaso no saben que eso no se lo pueden decir a un hombre? Hay cuestiones que los humanos no pueden controlar ni saber. Una de ellas es la muerte. Pero la duda que me carcome es cómo ustedes pudieron anticiparlo y quiénes son ustedes
Sorprendidos ante la voracidad de las palabras del joven, Tham le dice:
-Nosotros somos invento de seres que quisieron inmortalizarse. Nos hicieron con tantas fuerzas y deseos de sobrevivir que nos dieron vida, estamos tan vivos como tú, pero no podríamos estarlo en tu universo. Somos híbridos, medio humanos, medio ideas, que siguen existiendo por personas como tu tío y como vos que vienen a estos pagos. Sin alguien que vea este lugar, sin alguien que lo sienta como lo hacemos nosotros, estaríamos muertos. Porque, si nadie nos viera, no se cumpliría el propósito por el cual fuimos creados.
Como te habrás dado cuenta, en este lugar, hay una condición de atemporalidad, por lo tanto, podemos saber todo lo que le ocurrió a cada persona de tu mundo y qué le va a suceder. Cuando Leonard se dio cuenta de esto, intrigado, nos provocó y nos retó a que le digamos, lo hicimos. Sin embargo, no se quedó satisfecho y pidió que le dijéramos cómo iba a morir, luego de discutirlo con Thum y Hol le ilustramos cómo iba a ser, él fue quien quiso hacerlo. Pero lo que no te contaron, es que a su vez, él se inmortalizo y paso a ser uno de los nuestros una vez que la profecía se cumplió. Solo somos la parte visible de este inmenso mundo, pero justamente es para protegerlo, porque nadie podría entender qué es lo que sucede acá.
Cansado, y con ganas de terminar con la conversación, prosigue:
- Vuelve a tu casa, todavía no estás preparado para entendernos y poder apreciar la belleza de este preciado lugar para nosotros.
John estuvo a punto de contestarle, pero no pudo, a pesar de no haber pronunciado las palabras para volver, se encontraba en su cama. Estaba tan cansado que se echó a dormir. Cuando se despertó, el cuadro ya no estaba, lo cual le sorprendió e hizo que corriera a preguntarles a sus padres si lo habían tocado, pero ellos juraron que no habían entrado a su habitación
Luego de reflexionar ante los acontecimientos, se dio cuenta de que los hombres son tan obstinados que van a tratar de controlar, y saber, aquello que se les presenta como imposible. Pero, sin embargo, pueden lograrlo si ponen todo su empeño y esfuerzo en conseguirlo.

A diez años de la muerte de mi padre, cuento esta historia, porque según John, fue la lección más valiosa que aprendió a lo largo de su vida y esto hizo que todo lo que se propuso lo haya logrado.

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