Cada día se hace más real, mi familia
insiste en mandarme al psiquiatra, creen que soy víctima de una paranoia o de
una esquizofrenia. Hasta yo llegué a considerarlo, pero todos los exámenes
psiquiátricos dieron buenos resultados. Hay algo más. No entiendo cómo pueden
no sentirlo, es constante y cada vez es más intenso.
Comenzó como algo normal, el sentirme
insegura en la calle, como si hubiera alguien conmigo; “Es normal en los
tiempos que corren y con la prensa amarillista”, dijeron. Decidí olvidar ese
día y esa sensación y seguir con mi vida. No pude. A cada día el sentimiento de
ahogo se iba agravando. las miradas todavía las sentía, estaban presentes ahí
mismo, no había nadie, no veía a nadie, pero me miraban. La locura no cesó ahí,
con el tiempo ya no eran solo miradas, eran voces, muchas voces, diferentes, de
todo tipo de timbre y color. ¿No las escuchás? Hace semanas que me acompañan
Voces de niños, murmullos, bostezos, risas. Se ríen de mí, como si fuera el
personaje de una comedia televisiva. ¡Ahora ríen! ¡Por favor! ¡Decime que las
escuchás! ¡Más fuerte!
¿De dónde vienen esas risas? ¿Qué
pasa?! Dicen mi nombre, me llaman, me llaman… por allá… ¡OJOS! Ojos allá en la
oscuridad… ¿quiénes son? Esto parece… ¿Un cine? Están en un cine… El
cartel...Mi foto… ”Las locuras de Aleida”.
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