A simple vista su vida no se
diferenciaba de la del resto de las personas. Uno podría incluso decir que era
bastante monótona. Todos los días era la misma rutina. Se levantaba a las seis,
tomaba su café mientras leía el diario y se iba a trabajar. Volvía de noche,
cansado y estresado por el arduo trabajo. Procuraba cenar lo más rápido posible
para poder ir a dormir ya que al día siguiente debería comenzar de nuevo.
Fue un día no muy lejano cuando comenzó a creer que tanta simpleza
acarrearía algo grande. No era posible una vida tan aburrida, sin embargo no
tenía las pruebas suficientes para tomarlo como algo extraño. Así que de esta
forma siguió un tiempo hasta que unos sucesos hicieron aumentar sus sospechas.
No fueron los hechos en sí, sino sus extrañezas y el que hayan ocurrido en tan
corto período de tiempo.
Comenzó un lunes por la mañana. Estaba tomando su café habitual cuando
ocurrió una llamada, hay que tener en cuenta que su teléfono estaba
prácticamente inutilizado ya que no conocía a nadie que pudiera contactarlo.
Llamaron del hospital para decirle que una tal tía suya había muerto y era él
quien recibiría su fortuna. Por más que le dijo varias veces al médico que no
tenía ninguna tía, este no le hizo caso y, por lo tanto, se vio obligado a aceptar
el dinero. Sentía una extraña familiaridad con este hecho aunque no pudo
encontrar la razón.
La
tarde ocurrió sin nada en especial pero al llegar la noche y al volver a su
casa encontró a una mujer junto a un niño pequeño esperando en la entrada de su
casa. Al acercarse, la mujer se puso de pie y empezó a avanzar hacia él en
forma furiosa y gritándole cosas que no llegó a entender. Luego de conseguir
calmarla pudo comprender un poco mejor qué era lo que estaba pasando. Ella
estaba convencida de ser su esposa y el niño que allí se encontraba, su hijo.
La vio llorar desconsoladamente y en lo poco
que le escuchó pudo darse cuenta que ella creía que había sido abandonada por
él. No importó cuantas veces le dijo que no la conocía, que nunca la había
visto y que no existía conexión alguna entre ambos, ella se negó a creerlo.
Intentó recordar y comenzó a sentir un dolor de cabeza muy intenso, sabía que
todo le resultaba familiar pero no sabía por qué. De pronto lo comprendió todo.
Muchos años atrás, cuando él se encontraba en la secundaria le habían pedido
que escribiera la historia para una película. Esta era su historia. Todo lo que
aquella vez había imaginado se estaba volviendo realidad. Se desesperó, pensó
que no era posible pero al final se resignó. Si él era el personaje quizás la
historia no se habría terminado de escribir aún, pero tampoco podía hacer nada
para cambiarlo. Su destino ya no dependía de su yo actual sino de aquel que
pensó la película años atrás y no había forma de controlarlo. Pensó mejor
seguir con el papel.
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