lunes, 15 de julio de 2013

Cuento de Aldana

A simple vista su vida no se diferenciaba de la del resto de las personas. Uno podría incluso decir que era bastante monótona. Todos los días era la misma rutina. Se levantaba a las seis, tomaba su café mientras leía el diario y se iba a trabajar. Volvía de noche, cansado y estresado por el arduo trabajo. Procuraba cenar lo más rápido posible para poder ir a dormir ya que al día siguiente debería comenzar de nuevo.
  Fue un día no muy lejano cuando comenzó a creer que tanta simpleza acarrearía algo grande. No era posible una vida tan aburrida, sin embargo no tenía las pruebas suficientes para tomarlo como algo extraño. Así que de esta forma siguió un tiempo hasta que unos sucesos hicieron aumentar sus sospechas. No fueron los hechos en sí, sino sus extrañezas y el que hayan ocurrido en tan corto período de tiempo.
  Comenzó un lunes por la mañana. Estaba tomando su café habitual cuando ocurrió una llamada, hay que tener en cuenta que su teléfono estaba prácticamente inutilizado ya que no conocía a nadie que pudiera contactarlo. Llamaron del hospital para decirle que una tal tía suya había muerto y era él quien recibiría su fortuna. Por más que le dijo varias veces al médico que no tenía ninguna tía, este no le hizo caso y, por lo tanto, se vio obligado a aceptar el dinero. Sentía una extraña familiaridad con este hecho aunque no pudo encontrar la razón.
  La tarde ocurrió sin nada en especial pero al llegar la noche y al volver a su casa encontró a una mujer junto a un niño pequeño esperando en la entrada de su casa. Al acercarse, la mujer se puso de pie y empezó a avanzar hacia él en forma furiosa y gritándole cosas que no llegó a entender. Luego de conseguir calmarla pudo comprender un poco mejor qué era lo que estaba pasando. Ella estaba convencida de ser su esposa y el niño que allí se encontraba, su hijo.

 La vio llorar desconsoladamente y en lo poco que le escuchó pudo darse cuenta que ella creía que había sido abandonada por él. No importó cuantas veces le dijo que no la conocía, que nunca la había visto y que no existía conexión alguna entre ambos, ella se negó a creerlo. Intentó recordar y comenzó a sentir un dolor de cabeza muy intenso, sabía que todo le resultaba familiar pero no sabía por qué. De pronto lo comprendió todo. Muchos años atrás, cuando él se encontraba en la secundaria le habían pedido que escribiera la historia para una película. Esta era su historia. Todo lo que aquella vez había imaginado se estaba volviendo realidad. Se desesperó, pensó que no era posible pero al final se resignó. Si él era el personaje quizás la historia no se habría terminado de escribir aún, pero tampoco podía hacer nada para cambiarlo. Su destino ya no dependía de su yo actual sino de aquel que pensó la película años atrás y no había forma de controlarlo. Pensó mejor seguir con el papel.

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