lunes, 15 de julio de 2013

Cuento de Daniela

                                                                 Trampa dramática

Iba conduciendo por la carretera, pensando en los problemas de la oficina. Tenía que entregar un reporte al día siguiente pero ni siquiera lo había  comenzado todavía,a además las cosas que me quedaban pendientes me estresaban demasiado.
 Fue entonces cuando de repente tan solo sentí el freno de golpe del auto, me había hecho inclinarme hacia adelante, pero también al mismo instante logré escuchar un sonido metálico y tosco, como si hubiera golpeado a una persona. Dudando entre si era o, bajé del auto, deseando fuertemente que  fuera un animal, pero al ver aquella escena entré en pánico, había un hombre con no más de 35 años volteado en la carretera, boca abajo con grandes golpes, incluso la sangre parecía luchar por esparcirse, incluso pareciese que me acechaba, tratando de llegar a mí, como si me llevase con el cuerpo. En mi estado de shock no pude hacer más que escapar, tomé el auto y manejé durante horas, cuando me di cuenta, ya era de noche. Estaba  un poco más calmado así que traté de relajarme aún más, quería dejar de pensar en lo que había hecho.
 Cuando miré a mi alrededor, me di cuenta de que no sabía dónde estaba, al parecer era una ciudad bastante desconocida.
Para distenderme un poco de mi culpa, decidí recorrer esa ciudad, sentir que no había pasado nada, tan solo un domingo más  a la noche, tratando de olvidarme del trabajo.
Justo cuando estaba caminado por una calle vi un teatro,  con un  cartel de un drama que no había visto nunca, decidí entrar, púes a decir verdad mi verdadero sueño había sido ser actor pero mi falta de talento no me lo había permitido.
Tratando de verme más calmado entré y me senté en unos de los primeros asientos, aun era temprano para  empezar y ni siquiera se había llenado, creo recordar que era el único espectador hasta ese momento.
De repente se escucharon  unos gritos detrás del telón, sin entender nada, un hombre salió y me mira de pies a cabeza, y luego me preguntó "¿Te gustaría subir al escenario? Ha faltado un actor pequeño pero el director no quiere empezar sino estamos todos los personajes, ¿Nos ayudarías?" En ese momento tan solo pensé en que por fin mi sueño frustrado podría renacer y entonces contesté: "Si no hay problema".
Aquel hombre no había dicho la verdad, tenía el papel del antagonista pero no dije nada pues creía que mi talento por fin florecería.
El telón se abrió y la trama comenzó, no podía ver bien a la audiencia, las luces me daban directamente a los ojos, pero quería creer que había mucha gente, la trama que se daba en el escenario se me hacia interesante, no me costaba darle vida mi personaje pues se parecía a mí, aunque yo carecía de la maldad que caracterizaba a mi personaje, pero luego recordé lo que había hecho esa tarde así que aproveche ese suceso y deje que la maldad me consumiera tan solo para el drama.
Al terminar la obra, me felicitaron los demás actores y me agradecieron por la ayuda, emocionado salí del teatro y para seguir de buen humor.
 Decidí ir a comer a un buen restaurant, camino hacia el restaurant me resbalé e instantáneamente se escucharon unas carcajadas, pensé que no era nada relevante así que me paré y seguí con mi camino, pero nuevamente escuché unos comentarios, comencé a alarmarme, para asegurarme de que se referían a mi me caí al propósito y volví a escuchar carcajadas, entonces miré alrededor y el camino se había convertido en una escena montada de teatro. Pensé que raramente había vuelto al escenario así que tranquilamente me dirigí a la salida pero no la encontraba, desesperado trate de salir pero no podía, por última instancia trate de bajarme del escenario y salir por donde estaba el publico pero cada vez que me cercaba, el público se alejaba, parecía que cada dos pasos que daba, el público se alejaba tres, entonces logre divisar al público y allí estaba yo, un doble exactamente igual a mí, viviendo mi vida.
Entonces fui a baño y me miré, el espejo no reflejaba mi cara, estaba golpeado, se me resbalaba la sangre por todo el cuerpo. Entonces comprendí lo incomprensible…


Cuento de Santiago


Tieso y sin poder moverme observo a mi alrededor. No sé que me está pasando, puedo sentir el sol del mediodía, escucho mis pensamientos y sé en qué rumbo quiero ir, pero mi cuerpo no me lo permite. Algo raro debe estar pasando, ya no puedo oír el cantar de los pájaros, que hasta hace un momento taladraban mis oídos. Poco a poco siento que la movilidad regresa a mí, junto con el cantar de aquellos animales, los cuales nunca me agradaron mucho, pero esta vez estoy feliz de oírlos.
Dejándolo pasar como un hecho aislado, continuo el camino hacia mi departamento, que tan solo estaba a unas pocas cuadras.
Al fin en casa, luego de un largo día de trabajo, pongo a calentar el agua para prepararme un té. En la espera de que la pava haga sonido indicando que el agua estaba en su punto justo,  me quedo en la ventana de la cocina, mirando como los niños juegan en la calle. Me saco los lentes y cierro mis ojos para darle un descanso a mi vista. La sensación es tan placentera que decido quedarme así un rato, pero al intentar incorporarme no puedo hacerlo. Al ser la segunda vez que esto me pasa, me quedo pensando que me está sucediendo, tal vez es por el estrés, alguna enfermedad, una maldición, no lo sé, pero no me puedo quedar así; tengo una vida, cosas por hacer, proyectos, una vida por delante, MI VIDA.
Me desperté exaltado, como todos los días,  exactamente 7:30 comienza a sonar ese pitido infernal, que no se detiene hasta que me levanto de la cama.
Como toda mañana me baño, me afeito, desayuno y salgo a trabajar.
Otra vez regresando del trabajo oigo el cantar de los pájaros, una y otra vez la misma melodía. El cantar de aquellos animalejos me trajo el recuerdo de lo que había pasado ayer y espero que no se repita hoy también. Ya en mi casa esperando a que el agua se caliente, no había nada fuera de lo común. Ahora que lo pienso, ayer no recuerdo lo que pasó luego de que me congelara, solamente amanecí en mi cama, parece como si ya no tuviera más el control. Hay veces que siento que mis días se repiten, como un déjà vu, no puedo dejar esta maldita rutina. Siempre el mismo trabajo, los mismos clientes, el mismo té, la misma película. Ahora que lo pienso, estoy lleno de DVDs, pero siempre veo la misma versión de Casablanca, siempre suelto lágrimas en las mismas partes. Nunca me sentí tan identificado con algo, pero lastimosamente eso soy, una película y hacen lo que quieren con “mi vida”, no me dejan ser mi propio dueño. Pero entonces… ¿Qué es la vida? Yo en definitiva estoy haciendo lo mismo con los actores en la película, los adelanto, los atraso, los pongo en pausa…

Ya no se qué pensar, tal vez todo ya está escrito, me siento un esclavo con un objetivo puntual, que… que!? La vida es una incógnita, nadie puede estar seguro de nada, excepto de una cosa, de que todos somos títeres y titiriteros, nadie lo puede evitar. 

Cuento de Matías

El cuadro de la vida

Luego de un largo día de escuela, John volvió a su casa en busca de descanso. Él pensaba que iba a poder estar tranquilo, pero no fue así. Su madre y su padre discutían constantemente, sus dos primos habían ido a vivir a su casa, ya que su tío, Leonard (que ya había enviudado recientemente), había fallecido. Para peor, los pequeños le temían al altillo, que era en donde iban a hospedarse, por lo tanto John les cedió su habitación al entender la situación de sus parientes.
Ese cuarto, estaba en lo más alto de la casa, era muy grande y espeluznante. Recibía un pequeño haz de luz por la tarde, pero por la mañana brillaba como el mismísimo sol. Él, había subido solo 2 veces en toda su vida, la primera fue un día de tormenta, en el que se inundaron las primeras 2 plantas y toda la familia debió resguardarse allí. La segunda fue un tanto más rara: en una noche de invierno, había escuchado ruidos extraños provenientes de ese lugar. Entonces, tomó una linterna con su mano izquierda y, con la derecha, un bat de baseball. Acto seguido, se colocó una manta en la espalda y subió esas cortas escaleras en forma de caracol. A medida que se acercaba, el sonido iba aumentando, pero al abrir la puerta encontró un silencio profundo. Logró enfocar con la linterna una lámpara, la  encendió, y no vio nada fuera de lo normal.
Esa tarde, John subió al ático. Los muebles y decoraciones estaban tapados por telas negras. Vio un sofá cama que armó y se echó a dormir.
A la mañana siguiente, la madre subió hasta la nueva habitación de su único hijo y lo despertó de una manera muy dulce; le dio un beso en la frente mientras jugueteaba con su pelo, y en una bandeja, le trajo su desayuno favorito: un café amargo con donas. Luego de esto, Lily le dijo a su primogénito:
─Se que últimamente ha sido un tiempo difícil para la familia, pero quiero que sepas que pase lo que pase te voy a seguir amando, lo mismo con tu padre. Ted se puede poner molesto a veces, y puede que te grite a ti y a mí, pero perder a su hermano fue algo muy feo, y de esa manera…
La madre hace una pausa y mira en especial a una de las decoraciones tapadas. Luego prosigue sin mover la mirada:
─Pero tienes que saber que él te quiere como a nada en este mundo.
─Lo sé-─dijo John –también los quiero, por cierto, ¿qué miras?
─Nada  ─contesto ella─-. Vé a cambiarte que llegarás  tarde al colegio. Mañana, que es sábado, podrás ordenar el altillo a tu gusto, es más, si necesitas ayuda, te daré una mano.
Y así fue, al día siguiente por la mañana, él empezó a destapar los muebles, los cuales tenían mucho polvo y lo hizo toser mucho. Por eso debió descansar. A la tarde, llevó todas sus pertenencias, y las  acomodó en estantes inmensos, y toda su ropa, la ordenó en un armario antiguo y con figuras en relieve muy detalladas. Luego de eso siguió destapando las decoraciones. Ya llegada la noche, había hecho casi todo. Solo le faltaba liberar un cuadro, justamente el que su madre observó. Cuando corrió la tela y lo vi se sorprendió. Nunca había visto un cuadro así, se trataba de un jardín, en el que había tres chicos, pero no cualquiera, era el suyo, el de la parte posterior de la casa. Lo que le llamó la atención, fue la realidad que tenían los sujetos, y luego de mirarlo le pareció que los chicos se movían, no estaba equivocado. Al ver esto, tapó inmediatamente el cuadro y fue corriendo a llamar a su mamá. Esta subió lo ve, y le dijo:
-La primera vez que lo vi, a mi también me dio la impresión que se movía, pero estaba equivocada. No le hagas caso, si quieres taparlo hazlo, es tu habitación.-Hizo una pausa y da por terminado el tema diciendo- estate listo que en seguida vamos a cenar.
John se calló y asintió con la cabeza.
El domingo por la tarde, él se quedó viendo el cuadro durante muchas horas. Se podría decir que se obsesionó. Y luego de mucho tiempo, volvió a ver que se movían, es más, escucho que hablaban. Y ese sonido que producían, era igual al ruido que había escuchado cuando tuvo su segunda experiencia en el altillo, y decía:
-Ven con nosotros.
A esto John posó su mano por el cuadro y se vio absorbido por este mundo paralelo. No era el jardín de su casa, como él había pensado. Era un parque lleno de vida, cual tarde de primavera. Pero a su vez, tan frío como la muerte. Allí, vio a los tres jóvenes, se diría que dos eran mellizos, ambos tenían los ojos color rojo fuego, nariz grande en forma de águila y una boca pequeña, tan pequeña que no se imagino cómo era posible que una persona pudiera alimentarse con ella. Sin embargo, el poder de la palabra de estos “hermanos” era enorme. Cada letra retumbaba en su cabeza. El pelo de estos era más bien corto y de color blanco.  El otro joven tenía una nariz muy pequeña, su cabellera era de color castaño claro, la boca era muy similar a la de los demás, pero algo había en sus ojos; eran de color miel y profundos, en cuanto los vio se perdió en la mirada.
Estaba atónito y no sabía qué hacer hasta que se acercó el de la mirada profunda, a esto, John le preguntaó:
- ¿Dónde estoy?, ¿quiénes son ustedes?
Nosotros somos tres criaturas, ellos son Thum y Tham, y yo, Hol. Muchos dirán que somos humanos, otros objetarán. Pero, en verdad, somos creaciones de una serie de hombres que vivieron hace muchas décadas, incluso siglos. Y estos nos dieron vida, su vida, para… - los mellizos lo interrumpen, lo llaman y le susurran algo al oído mientras miraban a John. Luego se acerca sigiloso nuevamente y le dice que ya era hora que volviera a su mundo.
-Pero ¿cómo podré hacerlo? No sé ni en dónde estoy.
Thum le dice:
-Puedes salir de aquí cuando quieras, como así también entrar solo tienes que repetir 3 veces “me quiero ir” y así volverás a tu mundo. Poca gente llega a nuestros pagos, pero los que lo hacen tienen algo en común.
Al decir están palabras los 3 hombres se alejan, acto seguido el joven repite aquella frase las veces necesarias y vuelve a su casa.
Una vez allí, John se da cuenta que el tiempo no había pasado en absoluto, y automáticamente,  le contó lo sucedido a sus padres. Pero estos no le hicieron caso en un primer momento. Desilusionado, volvió a su recámara, y cuando estaba a punto de reingresar al cuadro, su padre toca la puerta y pide permiso para pasar, su hijo accede y este entra.
-“Disculpa que no dije esto en frente de tu madre, pero yo sí te creo. Vos te preguntarás por qué, y la respuesta es muy sencilla. Hace ya un tiempo, una persona me habló sobre el mismo cuadro y tuvo una experiencia similar, mi hermano. Él me comentó lo sucedido, me dijo que había visto parte del futuro, que los seres de ese mundo se lo podían decir sin esforzarse, pero todo acto tiene su consecuencia, tal es así que le contaron cómo iba a ser su muerte para compensar el conocimiento otorgado. Yo no le hice caso, me parecieron puras mentiras, ya que siempre quiso llamar la atención. Bueno, pasó el tiempo y no se volvió a hablar del tema, hasta que hace unos cinco años me pidió por favor que resguarde el cuadro en el altillo, según él todas las cosas que le habían dicho esos seres se fueron cumpliendo a lo largo de los años, pero de ser así también se cumpliría su muerte atroz. Después de esto, había tratado de destruirlo, pero no lo logró, y al ver que era inevitable me lo entregó para que cuidara y que nadie entre. Distraído por el horrible accidente de Leonard me olvidé de esconder el cuadro, sabiendo que era posible que tú lo ocuparas y ahora quiero que tengas cuidado. Solo la última persona en entrar es la que puede deshacerse del cuadro, pero hay dos formas: regalándolo, informando a quien se lo dé, los misterios que trae, o bien la muerte.” Aquí el padre finaliza el relato y se dirige a la salida.
Cuando abre la puerta para abandonar la habitación le dice unas últimas palabras “ahora ya sabes todo lo que yo sé, solo tú puedes solucionar este problema.”
Después de las palabras del padre, sin comer y sin dormir, el joven temerario se dirigió automáticamente a la pintura. Posó su mano sobre la tela e ingresó al otro mundo. Una vez allí, corrió en la dirección por donde se habían ido los seres con los que se había encontrado en su primer viaje. Luego de un largo tiempo, los encuentra y les grita para que lo oigan. Estos se dan cuenta de la presencia del muchacho y este se les acerca y dice:
-Mi tío, Leonard, vino por estos lugares hace mucho tiempo. Me dijeron que ustedes le habían contado el futuro, pero esto lo carcomió por dentro al enterarse que era verdad, no soportó su horrible muerte, la que ustedes le mencionaron que iba a tener. No es grato enterarse que te va a comer un lobo estando vivo. Y así fue, así murió. Pero yo me pregunté después de esto, y en el camino a encontrarlos lo pensé. ¿Por qué le dijeron a mi tío cómo iba a morir? ¿Acaso no saben que eso no se lo pueden decir a un hombre? Hay cuestiones que los humanos no pueden controlar ni saber. Una de ellas es la muerte. Pero la duda que me carcome es cómo ustedes pudieron anticiparlo y quiénes son ustedes
Sorprendidos ante la voracidad de las palabras del joven, Tham le dice:
-Nosotros somos invento de seres que quisieron inmortalizarse. Nos hicieron con tantas fuerzas y deseos de sobrevivir que nos dieron vida, estamos tan vivos como tú, pero no podríamos estarlo en tu universo. Somos híbridos, medio humanos, medio ideas, que siguen existiendo por personas como tu tío y como vos que vienen a estos pagos. Sin alguien que vea este lugar, sin alguien que lo sienta como lo hacemos nosotros, estaríamos muertos. Porque, si nadie nos viera, no se cumpliría el propósito por el cual fuimos creados.
Como te habrás dado cuenta, en este lugar, hay una condición de atemporalidad, por lo tanto, podemos saber todo lo que le ocurrió a cada persona de tu mundo y qué le va a suceder. Cuando Leonard se dio cuenta de esto, intrigado, nos provocó y nos retó a que le digamos, lo hicimos. Sin embargo, no se quedó satisfecho y pidió que le dijéramos cómo iba a morir, luego de discutirlo con Thum y Hol le ilustramos cómo iba a ser, él fue quien quiso hacerlo. Pero lo que no te contaron, es que a su vez, él se inmortalizo y paso a ser uno de los nuestros una vez que la profecía se cumplió. Solo somos la parte visible de este inmenso mundo, pero justamente es para protegerlo, porque nadie podría entender qué es lo que sucede acá.
Cansado, y con ganas de terminar con la conversación, prosigue:
- Vuelve a tu casa, todavía no estás preparado para entendernos y poder apreciar la belleza de este preciado lugar para nosotros.
John estuvo a punto de contestarle, pero no pudo, a pesar de no haber pronunciado las palabras para volver, se encontraba en su cama. Estaba tan cansado que se echó a dormir. Cuando se despertó, el cuadro ya no estaba, lo cual le sorprendió e hizo que corriera a preguntarles a sus padres si lo habían tocado, pero ellos juraron que no habían entrado a su habitación
Luego de reflexionar ante los acontecimientos, se dio cuenta de que los hombres son tan obstinados que van a tratar de controlar, y saber, aquello que se les presenta como imposible. Pero, sin embargo, pueden lograrlo si ponen todo su empeño y esfuerzo en conseguirlo.

A diez años de la muerte de mi padre, cuento esta historia, porque según John, fue la lección más valiosa que aprendió a lo largo de su vida y esto hizo que todo lo que se propuso lo haya logrado.

Cuento de Clara

Cada día se hace más real, mi familia insiste en mandarme al psiquiatra, creen que soy víctima de una paranoia o de una esquizofrenia. Hasta yo llegué a considerarlo, pero todos los exámenes psiquiátricos dieron buenos resultados. Hay algo más. No entiendo cómo pueden no sentirlo, es constante y cada vez es más intenso. 
Comenzó como algo normal, el sentirme insegura en la calle, como si hubiera alguien conmigo; “Es normal en los tiempos que corren y con la prensa amarillista”, dijeron. Decidí olvidar ese día y esa sensación y seguir con mi vida. No pude. A cada día el sentimiento de ahogo se iba agravando. las miradas todavía las sentía, estaban presentes ahí mismo, no había nadie, no veía a nadie, pero me miraban. La locura no cesó ahí, con el tiempo ya no eran solo miradas, eran voces, muchas voces, diferentes, de todo tipo de timbre y color. ¿No las escuchás? Hace semanas que me acompañan Voces de niños, murmullos, bostezos, risas. Se ríen de mí, como si fuera el personaje de una comedia televisiva. ¡Ahora ríen! ¡Por favor! ¡Decime que las escuchás! ¡Más fuerte!

¿De dónde vienen esas risas? ¿Qué pasa?! Dicen mi nombre, me llaman, me llaman… por allá… ¡OJOS! Ojos allá en la oscuridad… ¿quiénes son? Esto parece… ¿Un cine? Están en un cine… El cartel...Mi foto… ”Las locuras de Aleida”.

Cuento de Aldana

A simple vista su vida no se diferenciaba de la del resto de las personas. Uno podría incluso decir que era bastante monótona. Todos los días era la misma rutina. Se levantaba a las seis, tomaba su café mientras leía el diario y se iba a trabajar. Volvía de noche, cansado y estresado por el arduo trabajo. Procuraba cenar lo más rápido posible para poder ir a dormir ya que al día siguiente debería comenzar de nuevo.
  Fue un día no muy lejano cuando comenzó a creer que tanta simpleza acarrearía algo grande. No era posible una vida tan aburrida, sin embargo no tenía las pruebas suficientes para tomarlo como algo extraño. Así que de esta forma siguió un tiempo hasta que unos sucesos hicieron aumentar sus sospechas. No fueron los hechos en sí, sino sus extrañezas y el que hayan ocurrido en tan corto período de tiempo.
  Comenzó un lunes por la mañana. Estaba tomando su café habitual cuando ocurrió una llamada, hay que tener en cuenta que su teléfono estaba prácticamente inutilizado ya que no conocía a nadie que pudiera contactarlo. Llamaron del hospital para decirle que una tal tía suya había muerto y era él quien recibiría su fortuna. Por más que le dijo varias veces al médico que no tenía ninguna tía, este no le hizo caso y, por lo tanto, se vio obligado a aceptar el dinero. Sentía una extraña familiaridad con este hecho aunque no pudo encontrar la razón.
  La tarde ocurrió sin nada en especial pero al llegar la noche y al volver a su casa encontró a una mujer junto a un niño pequeño esperando en la entrada de su casa. Al acercarse, la mujer se puso de pie y empezó a avanzar hacia él en forma furiosa y gritándole cosas que no llegó a entender. Luego de conseguir calmarla pudo comprender un poco mejor qué era lo que estaba pasando. Ella estaba convencida de ser su esposa y el niño que allí se encontraba, su hijo.

 La vio llorar desconsoladamente y en lo poco que le escuchó pudo darse cuenta que ella creía que había sido abandonada por él. No importó cuantas veces le dijo que no la conocía, que nunca la había visto y que no existía conexión alguna entre ambos, ella se negó a creerlo. Intentó recordar y comenzó a sentir un dolor de cabeza muy intenso, sabía que todo le resultaba familiar pero no sabía por qué. De pronto lo comprendió todo. Muchos años atrás, cuando él se encontraba en la secundaria le habían pedido que escribiera la historia para una película. Esta era su historia. Todo lo que aquella vez había imaginado se estaba volviendo realidad. Se desesperó, pensó que no era posible pero al final se resignó. Si él era el personaje quizás la historia no se habría terminado de escribir aún, pero tampoco podía hacer nada para cambiarlo. Su destino ya no dependía de su yo actual sino de aquel que pensó la película años atrás y no había forma de controlarlo. Pensó mejor seguir con el papel.

lunes, 8 de julio de 2013

Ciudad de Dios

Recuerden que en esta semana espero el trabajo sobre Ciudad de Dios. Lo pueden hacer de a dos. Les recuerdo de qué se trata:
En la última clase leímos el siguiente fragmento de una crítica a esta película:
Ciudad de Dios’, un infierno retratado con crudeza y realismo
El trabajo de Meirelles es más que notable y su acaparación de premios internacionales no fue casualidad. Consiguió eso tan complicado de lograr aunando una estética brillante, un montaje con brío y grandioso, una verosimilitud que te sacude la conciencia con una historia detrás, de las que llegan, con magníficos personajes, varias tramas y un ritmo narrativo sobresaliente.
Aquí el aspecto del film, su envoltorio, no cae en esconder carencias. Sus florituras de montaje y narración frenética no son gratuitas para regocijo del ego del autor. Es una opción que se antoja ideal para llevar al lenguaje cinematográfico una novela basada en hechos reales y que nunca antes se habían visto mostrados con tanta contundencia, con imágenes tan crudas, con personajes tan reales (y que se digiere muy bien gracias a ese aire tan propio del cine hollywoodiense de acción de los setenta que destila).
Por mucho que la historia de fondo no goce de atractivo al saberse muy real y muy dura, que la realidad que muestra es ciertamente incómoda y busca hurgar en la conciencia del espectador, Meirelles consigue su principal objetivo. Narrar la historia con estilo, con fuerza, sin concesiones y atrapar al espectador durante las algo más de dos horas de metraje.
No por ser una realidad próxima a los brasileños (aunque se puede hacer extensiva a otras muchas ciudades latinoamericanas) había sido narrada y mostrada en cine con semejante resultado. Lo que llevó a que ‘Ciudad de Dios’ fuera un éxito rotundo en los cines brasileños y muy prontos traspasaría fronteras, de festival en festival, de estreno en estreno, donde muchos espectadores no podían esquivar el golpe seco, duro, que Meirelles consigue con esta historia.

En: http://www.blogdecine.com/criticas/criticas-a-la-carta-ciudad-de-dios (Acá pueden ver otras partes de la crítica que apuntan a otros aspectos del filme).


Luego discutimos cuál era la postura que este crítico mantenía sobre al película e hicimos un listado de los recursos utilizados. Lo que deben hacer ahora es continuar el artículo explicando de qué forma estos recursos contribuyen a dar verosimilitud a la narración y cuál es la "verdad" que se esta mostrando.
En otras palabras: ¿Qué dice esta película sobre la vida en las favellas? ¿Cómo es esa realidad? ¿Por qué utilizar recursos como el flashback o la división en capítulo no hace que la película sea artificial, sino que, por el contrario, la hace más creíble?
El crítico propuso un idea general. Ustedes ahora deben fundamentarla con la película.
No olviden cerrar con una conclusión.

Cuento de Jimena

Mara

Era uno de esos baches de tiempo en los que el tiempo estaba ausente. No era posible hallarlo en ningún rincón, ni las palabras parecían verse afectadas por su paso.
Todo transformábase en una monotonía lenta y pesada. El aire se hacía espeso y en él quedaban atrapados suspiros que se hacían eternos.
Era eso, la densificación, lo que más le molestaba. La ponía rara, especial, en un estado de constante infinidad.
Siempre era igual, siempre. Desde chica nunca había podido superar el efecto de esa película. La miraba año tras año, esperando encontrar en ella esencias diferentes, específicas. Sin saber por qué, buscaba en ella respuestas, y sin saber cómo, siempre terminaba con más preguntas.
Era una de esas tardes en las que Mara había decidido someterse al poder de esa película. Era marzo, mes  de por sí gris. Las huellas de un verano tumultuoso la habían dejado agotada.
Hoy como muchos otros días, Mara no había entendido. Hoy había sentido nuevamente esa energía extraña, potente, pero fugaz que aparecía de vez en cuando, cuando su abuela venía de visita a su casa, la de sus tías.
Hoy Mara había puesto en duda nuevamente las historias que desde chica sus tías le contaban, de cómo fue que sus padres dejaron el mundo en el que ella vivía, de cómo una tarde de lluvia, justo a las seis de la tarde, hora en la que ellos habían decidido salir con el auto,  justo un camión que no tenía frenos, el asfalto resbaladizo y la distracción natural de la gente enamorada habían dado como resultado a la muerte misma.
Hoy Mara abrumada, tras un comentario de la abuela había dejado la mesa y había subido a su cuarto. Con las lágrimas en la garganta había encendido el proyector y puesto la película.
Empezaba siempre igual: una chica joven, embarazada, sentada en el jardín, se la veía feliz, al poco tiempo aparecía él y juntos disfrutaban la tarde. Conversaciones, planes, besos, todo compartían, se querían, eso estaba claro. Estaban allí, uno los podía ver, era lunes a la tarde, el tiempo todavía era como nosotros lo conocemos, en un par de meses, quizá cuatro nacería la hermosa niña que esperaban.
Cuatro meses, parecía tan poco, tan cercano, tan tangible.
Él era escritor, ella actriz y juntos soñaban con transformar el mundo.
Él escribía siempre, y ella le ponía la pasión que él no conseguía. Jugaban juntos, sí, jugaban como chicos, los grandes. Era eso la felicidad.

Mara muchas veces dejaba de ver en ese momento, dejaba de ver porque hasta ahí podía comprender todo, el tiempo estaba claro.
Hoy fue uno de esos días en los que Mara no se conformó con lo que entendía, hoy Mara quiso ir más allá, con las lágrimas ya rodando por su mejilla dejó correr la película y se acomodó mejor para comprender mejor.
Se podía ver cómo el tono de la película se tornaba gris, era marzo ya,  era media noche, se los veía agitados escondiendo libros, él ya con pelo corto y bien afeitado. Ella triste, se le notaban encerradas en su pecho las ganas de gritar y salir corriendo. Él la miraba, esto no era lo que le había prometido. Ella suspiraba y lo miraba, no lo culpaba.
El tiempo era confuso, ya el día no alcanzaba y la noche era miedo. Sí, miedo. Pocas eran las noches que dormían y durante el día dormir se tornaba imposible. El tiempo se transformó, como se transforma el cielo cuando está por llover, y lo peor, ellos no podían controlarlo. Comenzó a pasar muy lento, cada hora era fugaz y al mismo tiempo interminable, horas enteras se pasaba ella mirando el reloj, esperando que él lleguara a casa. Ella no salía, por el embarazo, él no la dejaba.
Ella miraba el reloj de 10 de la mañana a 8 de la noche, era así día a día, mes a mes, y más aún marzo
 Era uno de esos baches de tiempo en los que el tiempo estaba ausente. No era posible hallarlo en ningún rincón, ni las palabras parecían verse afectadas por su paso.
Todo transformábase en una monotonía lenta y pesada. El aire se hacía espeso y en él quedaban atrapados suspiros que se hacían eternos.
Era eso, la densificación, lo que más le molestaba. La ponía rara, especial, en un estado de constante infinidad.

Mara puso pausa. Mara se sentía rara, el comentario de su abuela seguía en su mente como en sus lágrimas, lo había dicho claro, había dicho: “No se fueron, se los llevaron”.
 Se levantó y fue a buscar a su cajón, ese que ella conocía muy bien, fue a buscar una  foto, la única que tenía de su mamá y su papá. “Eran lindos”, pensó.
Se quedó contemplando la imagen un rato, no sabe ella cuánto, mientras más los miraba más se daba cuenta lo poco que los conocía y lo mucho que hubiese querido verlos. Sintió de nuevo ese vacío que la visitaba cada tanto, ese conocido que ya no tocaba ni preguntaba para entrar. Estaba ahí nuevamente, el vacío haciéndole compañía.
 Miró la foto, y puso play.
Se la podía ver con lágrimas en los ojos, ya sin la panza de embarazada, caminando alrededor de la mesa de la cocina, se la podía oír temblar y se la podía ver luchando contra el tiempo para que pasara más lento, para que esos últimos minutos le dieran tiempo, para que esos últimos minutos lo esperen para que llegara temprano a comer.
El tiempo avanzaba y ella solo daba vueltas, no podía dejar de pensar  en él, en su bebé… Su bebé, ¿qué haría? No quería ni considerar la posibilidad de tener que dejarla, era suya, era de ellos, no quería ni pensar la posibilidad de no poder verla crecer o peor aún, la posibilidad de que no creciera, que no le alcanzara el tiempo que tenían, el tiempo que ellos le habían podido dar, ojalá hubiese sido más… no, no podía permitirse ni considerar esos pensamientos.
En un ataque impulsivo, así como suelen venir, de repente, se decidió, salió corriendo de la casa, “unos segundos nada más” se dijo a ella misma, después se quedaría a esperar como él le había pedido. Salió de su casa implorando que el tiempo no la traicionara, corría por la calle desesperada, buscándolo, corría distinto, apurada, corría de una forma “subversiva” como le justificaron después los hombres de uniforme….
Mara parpadeó, miró hacia sus costados, sintió un vacío nuevo, que nunca había sentido, un vacío que anunciaba quedarse para siempre a partir de ahora, un vacío que le iba  a costar llenar, miró para el costado y vio los barrotes blancos como siempre, miró para arriba y vio las estrellitas de colores que siempre le habían gustado, entonces Mara no entendía.
De repente golpes, como los que había escuchado una vez que a su mamá se le habían caído unas cajas, podía escuchar pasos, pero desde donde estaba no llegaba a ver.
Los vio de repente entrar en su cuarto, parecían soldaditos de plomo como los de dibujito, pero estos no parecían buenos…
Mara miraba desde su cuna a los hombres grandes que extrañamente abrían los cajones, las puertas, todo. Mara tenía miedo, un hombre se le acercó, con una sonrisa rara, una que Mara no había visto nunca en su papá ni en su mamá, el hombre la agarró fuerte, muy diferente a como la alzaban su mamá y su papá. La envolvió en algo y Mara empezó a llorar y su vacío se hizo más grande, tan grande como el tiempo.


Bienvenida

¡Hola! Este es el blog de 5.° año TM del I.E.S. "Juan B. Justo". Acá encontrarán producciones y consignas de trabajo. En estos días irán apareciendo algunos de los cuentos que escribieron en el primer cuatrimestre. Y también distintas consignas de los trabajos del segundo trimestre (Ciudad de Dios - El otro y nosotros). No olviden consultar. ¡Hasta luego!
                                Explicar con palabras de este mundo
                                que partió de mí un barco, llevándome.


                                                  Árbol de Diana. Alejandra Pizarnik